La tristeza es algo que a veces te envuelve y te deja sin palabras, sin ánimos, con el cuerpo agotado y el cuello roto de mirar hacia el cielo y el suelo.
Cuando te toca no deja inmune a nadie de las personas que te quieren, todas se involucran en tu tristeza y lo que haces con ello es sentirte aun más solo.
La vida da tantas vueltas que te marea hasta vomitar, cambiando tu perspectiva una y otra vez, sin saber hacia donde mirar, porque todo se vuelve oscuro, inútil, pasajero e inserviblemente distante.
Los paisajes, los colores, los olores. los sonidos musicales se tornan calidoscópicamente hasta no reconocer lo tantas veces andado, observado, olido o escuchado.
Levantarte es como si te pegaran una hostia tras otra sin parar y pierdes las fuerzas para hacerlo, mirar a mi alrededor se convierte en tortura y querer volver a sentirte feliz es sólo una utopía que con los años se disuelve hasta dejar de importarte y simplemente sobrevivir.
Sólo queda esperar de nuevo el sol, que emerja cálido por el este y se olvide de nuevo de caer hasta convertirse en noche en su camino a occidente.
El azul es gris, el verde, negro y el rojo dejó de latir.
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