Ayer estuve viendo Tokyo Sonata del director Kiyoshi Kurosawa en el Festival de Cine de Donostia.
Acostumbrado al Manga y a Lost in ... la imagen de Tokyo distorsionada se diluye y se vuelve real, real y cruda, voraz y triste.
Los ojos de Kurosawa se pasean por una familia desolada por la tradición y la pérdida de estima y autoridad del padre de familia.
Dos horas de cine brillante, con momentos llenos de dulzura y tragedia.
Los personajes van tomando forma, un padre incapaz de aceptar la pérdida de un empleo de directivo y que se lo oculta a la familia, una madre orgullosa de su papel de garante de la familia, un hijo perdido que acaba en el ejército y un inteligente niño que por amor se convierte en un genio del piano y en el salvador de la familia. Al final todos confluyen en soñar con despertar de la pesadilla y empezar una nueva vida de 0
La película termina con una esplédida interpretación por parte del niño de Claro de Luna de Debussy, que te hace, durante un instante, volver los ojos hacia la nada.
En fin, una mirada triste al Tokyo actual, donde según palabras del propio director, antes de comenzar la película, se hace imposible vivir.
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